No, no nos hemos puesto pelirojas de tez pálida como Frodo, pero si que en muchos casos nos hemos vuelto como él: atraídas por un anillo (el de los casados, of course).
Desde pequeñas hemos oído el "esto no se toca" pero basta que te digan eso para que te preguntes: ¿y por qué? ¿Y si lo toco qué pasa?
Ya de mayor, en tu vida de single, el poseedor del anillo se convierte en el esto no se toca y como ya hiciste de pequeña, te preguntas el porqué y sin saber muy bien como empiezas a sentir el poder de la atracción.
Y es que lo prohibido atrae de tal forma que por alguna razón decides concentrar tus esfuerzos en una misión imposible: que se deshaga del anillo.
Sacas tus mejores armas de mujer por tal de conseguir tu objetivo.
Pero la vida singlelist no es como las películas y en muchas ocasiones el anillo sigue puesto en la misma mano en la que lo viste por primera vez y lo único que no seguirá como antes será tu corazón que ahora tendrá un cachito menos. Aunque, como de pequeña, habrás aprendido algo:
"las cosas ajenas, no se tocan"
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