LA ÚLTIMA CENA by Patronio

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La vida está llena de pautas, restricciones, prohibiciones y normas. La mayoría de éstas no son impuestas por nosotros. Simplemente están ahí. Y tenemos que cumplirlas... o no. A partir de ahí ya se verá si nos ganamos una hostia, o 24 horas en un calabozo, o una reprimenda por parte de alguien.
Desde hace un tiempo decidí empezar a crearme unas normas y prohibiciones personales, con las cuales espero que mi vida de soltero sea mucho mejor. Una de estas normas la establecí hace ya dos años. Y esa norma es que se acabaron las cenas. ¿A qué me refiero con eso de que se acabaron las cenas? Pues muy sencillo: de todos es sabido que en el cortejo (si es que todavía existe) es un bonito detalle que un chico invite a una chica a cenar. Y cuando digo invitar, digo invitar. Nada de pagar a medias. Ya sé que no pasa nada por compartir la cuenta, que estamos en el S.XXI, pero siempre es un detalle que si invitas a cenar a alguien lo hagas con el 100% del significado de esa palabra.
Pues bien, tras muchos años de soltero, me he dado cuenta de que ese detalle de invitar a cenar a una chica lo voy a eliminar de mi lista. Me he dado cuenta de que en la mayoría de los casos es una pérdida total de tiempo y dinero, que suele acabar en historias vacías. Además me da la sensación de que esas invitaciones han dejado de ser algo especial, ya que están carentes de emociones y sentimiento (por parte de ella me refiero... ya que yo sí que estoy completamente interesado en ella).
Pero esta prohibición que me he hecho a mi mismo no es una prohibición total. Por supuesto que volverán esas invitaciones a cenar algún día, pero eso será con alguien que se lo merezca, con alguien que lo valga, con alguien a quien le vea que también tiene interés por mí, y no sólo en sacar una cena gratis en un bonito restaurante. Mientras tanto, antes de las cenas, me limitaré a ir a tomar un café con la chica de turno, que de esta manera también podemos conocernos mejor, y a partir de ahí que empiecen las citas con paseo, o cine, o copas, o helados, o cualquier cosa que os pase por la cabeza... hasta llegar a esas romáticas cenas.
Por desgracia, y como habéis leído al principio del post, hace dos años que no invito a nadie a cenar. Esto es señal de que el patio está realmente mal. Aquella fue mi última cena. Y por el momento he decidido no comentar qué es lo que pasó una semana después de la cena. Pero digamos que si llego a saber lo que iba a pasar, le estampo el plato de magret de pato en su bonita cara.

Ah, y que no se asusten mis amigas. A ellas sí que las invitaré a cenar con mucho gusto. Y aprovecho el post para decirle a mi querida Mire Singlelist que a ver si nos pegamos una cenita, que lo tenemos pendiente : P

Por cierto, justamente hoy he quedado para comer con una nueva chica a la que he conocido hace una semana. La cuenta la pagaremos a medias, por supuesto.
 

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