Se anuncian lluvias para todo el fin de semana. Puede que este sea el paso previo para que llegue esa bajada de temperaturas que todos deseamos. Bueno, que deseamos en parte, porque ese frío nos recuerda que se acabaron las noches de verano en las que disfrutar en un chiringuito playero, tomando un buen combinado, mirando el oscuro mar, únicamente iluminado por las luces de los barcos pesqueros que salen a faenar.
Pero la llegada del frío a mí me trae una época de paz interior, ya que vuelven los cuellos altos y las faldas largas. No penséis que me he vuelto loco. La explicación es muy sencilla: me encanta el verano, y todo lo que conlleva. Pero por otro lado, mi pulso se ve totalmente alterado con la visión de esos preciosos escotazos que me llevan las chicas por la calle, y con esas minifaldas que enmarcan bonitas piernas bronceadas al sol. Y no olvidemos esos vestidos floreados y coloristas, vaporosos, que ondulan al mínimo soplo de las brisas veraniegas. Vamos, que me pongo cardíaco al ver tanta belleza suelta por la calle en verano.
Así que estoy esperando la llegada del frío como agua de mayo. Necesito que mi pulso se desacelere un poco. Que la vida del soltero es muy mala en ese sentido. Un soltero en verano se pone tan nervioso como un mosquito atrapado en una nevera de un banco de sangre :P
Para acabar mencionaré un estudio que leí este año (ya sabéis que me gusta esto de descubrir estudios curiosos, a la par que inútiles). Dicen que cuando un hombre mira el escote de una chica, el pulso se acelera de tal manera que produce un efecto beneficioso para la salud del sujeto masculino, a nivel cardíaco.
Así que lo dicho, ¡que llegue ya el frío, por favor! Yo creo que por este año ya estoy la mar de sano.
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