LAS DOS CARAS DE LA SUERTE, by Patronio

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Antes de empezar con el post de hoy quisiera pedir disculpas por estas dos semanas de ausencia. En compensación os brindo un nuevo, muy personal, y largo post. Espero que os guste:


Desde hace unos meses voy a desayunar con algunos compis de trabajo a un sitio que hay a dos minutos de nuestra oficina. El primer motivo por el que decidimos ir a este sitio es porque hacen unas focaccias estupendas, sobre todo la de chocolate negro. Y en segundo lugar me encontré con una agradabilísima sorpresa a los pocos días de empezar a ir a desayunar a este local. Esta sorpresa se materializó en la forma de una preciosa chica de rasgos europeos que yo no acababa de ubicar. Al ir cada día a desayunar allí acabas teniendo buen rollito con el personal: una italiana (la jefa), un catalán, un argentino, una polaca, un brasileño, y para finalizar esa monada de origen alemán (ya está, rasgos ubicados).
El momento del almuerzo se convirtió en el mejor momento de la mañana, ya que podía hacer una breve visita a esta chica alemana e intercambiar algunas frases y risas con ella. ¡Pero qué cosita más mona! Lo mejor de ella es que tiene esa "finura" que tanto me gusta. Una finura que se basa en una sencillez y una timidez discreta, que se une a un atractivo tan natural que hasta quita el hipo (ya sabéis, al estilo del post "natural, como los yogures"). Si esta chica, vestida con unos tejanos, una camiseta negra con el logo del local, sin maquillar y rematada con una simple coleta tiene ese tremendo atractivo, no quería ni imaginarme cómo estará el día que le dé por salir una noche en plan arregladita. Sí Patronio, sí... mejor ni lo pienses, que te vas a poner perraco.
Día tras día meditada la posibilidad de tirarle los trastos, pero claro, no sé si el lugar de trabajo era el sitio ideal. Lo mejor sería fuera de su lugar de trabajo, por no incomodarla. A los dos 3 o 4 meses de descubrirla la cambiaron al turno de tarde, por lo que ya no la veía. Vaya, ¡qué mala suerte la mía!

Pero de repente mi suerte cambió. Hace un par de viernes fui por el Raval de Barcelona con unos amigos. Uno de ellos nos llevó a un local que yo desconocía, llamado Big Bang (muy recomendable), donde hay muy buen ambiente, incluyendo una sala donde uno puede disfrutar de una "jam session". Cuál es mi sorpresa cuando veo a uno de los compañeros de trabajo de esta chica, y nos saludamos, y me dice que en la sala de "jam" están sus compañeros de trabajo. ¡Qué buena suerte la mía! No pierdo ni un minuto y le digo que le acompaño a saludarlos (en mi mente solo pretendía verla a ella, jejeje). Y allí estaba ella, monísima de la muerte. ¿Cómo os imagináis a esta chica saliendo un viernes por la noche? Sea como sea os desvelaré el misterio: igual de sencilla que cuando va a trabajar (pero sin la camiseta con el logo del trabajo, claro...). ¡Qué finura! ¡Qué sencillez!
Empezamos a charlar, nos presentamos (ya que nunca nos habíamos dicho los nombres). Y entonces otro giro inesperado en el guión: me dice que dentro de dos semanas se vuelve a vivir a Alemania. ¡Joder! ¡Qué mala suerte la mía! Y me comenta que en enero tal vez volverá por Barcelona unos días en plan de vacaciones.
Como despedida, y para quitar hierro al asunto me despido de ella gastándole la broma de que si la vuelvo a ver cuando vuelva a Barcelona esos días me veré obligado a pedirle el teléfono. Risas. Dos besos. Despedida.

De nuevo me veo metido en una historia en la que tengo un interés máximo y que acabará en el olvido...
Es curioso como en una misma noche puedes vivir un episodio donde aparezcan las dos caras de la suerte.

Llega el lunes y voy a trabajar pensando en esa chica que se marchará de Barcelona sin que yo pueda tener la oportunidad de conocerla realmente. Bueno, al menos, como tiene el turno de tarde, no la veré más y no lo pasaré mal pensando en lo que podría haber sido y no será...
Pero, por enésima vez... ¡qué mala suerte la mía! Voy a desayunar y allí está ella. Ha vuelto al turno de mañanas. Aprovecho para recordarle la broma (que de broma nada... jejeje) que le hice el viernes por la noche. Risas. No le insisto, porque tampoco sé si serviría de nada tener el teléfono de una maravilla de chica que se va a ir a vivir a Alemania esta semana.

Bueno, en un rato iré a desayunar. Ella ya se ha ido a Alemania. Mejor olvidarla... ¿no?


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