Todos hemos hecho alguna vez en la vida un Dinio: lo de decir después de una noche de juerga desenfrenada aquello de ‘la noche me confunde’.
Cuánta razón y sabiduría concentró Dinio en tan pocas palabras.¿Quién lo iba a decir de este personajillo del papel cuché y de dudosa inteligencia. Dinio tiene toda la razón de mundo al mencionar que la noche nos confunde Y MUCHO!
Pero, ¿en qué dirección nos confunde?
¿Nos distorsiona la realidad nocturna a mejor?
A altas horas de la madrugada, a falta de luces (no sólo las de las discoteca, sino las de uno mismo tras haber ingerido ya 3 o 4 copas de alcohol, algún que otro chupito de Jaggermeister), las cosas y las personas siempre se ven mejor. Ya lo dice el refranero popular que, como bien sabéis los lectores del blog: nos encanta, 'por la noche todos los gatos son pardos'.
Las penumbras, oscuridades y focos parpadeantes hacen que nos presentemos al mundo de forma más interesante y nos vean más guapos y más simpáticos de lo habitual. Todos sabemos del peligro que tenemos cuando se nos calienta el morro y empezamos a dejar de lado nuestra mente y abrir nuestra boca más de lo permitido. Vamos, ese momento en que hablas el idioma que se te ponga delante: inglés, francés, chino, coreano y el idioma del amor.
Pero, esa nocturnidad y verborrea hace que nosotros también veamos maromazos simpatiquísimos donde en realidad no los hay y tengamos que vivir el momento "oh Dios Mio" posterior al descubrir a nuestro acompañante supuestamente guapo al día siguiente.
Como dice siempre un amigo: ‘Invítame a otra copa tío que de momento aún te veo feo’
O por el contrario ¿Nos distorsiona la realidad a peor?
Un futurible novio a quien pedirle matrimonio o que sea el padre de tus hijos o chulazo con quien tener un tiqui taca lo percibimos como un tipo pesado, cansino y baboso que lo único que hace es agobiarte con tanta insistencia y no te deja seguir la fiesta tranquilamente con tus amigotes persiguiendo a todos los maromos que anden sueltos por el local.
Yo siempre he creído que a mi la noche me ‘confundía’ siempre a mejor, es decir, que me hacía ver cosas buenas donde no las había. Los chicos normales me los transformaba en chulazos de portada, hacía desaparecer barrigas y calvas, y los convertía a todos en simpatiquísimos y encantadores. Aunque bien pensado no tengo tan claro que eso sean ‘confusiones’ a mejor.
Pero este último fin de semana me he dado cuenta que también me sucede el caso inverso. De ver pesados que te insisten, persiguen y marean más que otra cosa, y al final resulta que son tipos encantadores y candidatos finalistas a príncipe azul.
¿Cómo se llega a esa conclusión?
Quedando con el susodicho un día sin nocturnidad ni alevosía de por medio y sobretodo sin que mi amigo Tanqueray esté presente (al menos de entrada).
A veces la luz del día te da sorpresas y hace que las percepciones nocturnas queden desbancadas.
Cuánta razón y sabiduría concentró Dinio en tan pocas palabras.¿Quién lo iba a decir de este personajillo del papel cuché y de dudosa inteligencia. Dinio tiene toda la razón de mundo al mencionar que la noche nos confunde Y MUCHO!
Pero, ¿en qué dirección nos confunde?
¿Nos distorsiona la realidad nocturna a mejor?
A altas horas de la madrugada, a falta de luces (no sólo las de las discoteca, sino las de uno mismo tras haber ingerido ya 3 o 4 copas de alcohol, algún que otro chupito de Jaggermeister), las cosas y las personas siempre se ven mejor. Ya lo dice el refranero popular que, como bien sabéis los lectores del blog: nos encanta, 'por la noche todos los gatos son pardos'.
Las penumbras, oscuridades y focos parpadeantes hacen que nos presentemos al mundo de forma más interesante y nos vean más guapos y más simpáticos de lo habitual. Todos sabemos del peligro que tenemos cuando se nos calienta el morro y empezamos a dejar de lado nuestra mente y abrir nuestra boca más de lo permitido. Vamos, ese momento en que hablas el idioma que se te ponga delante: inglés, francés, chino, coreano y el idioma del amor.
Pero, esa nocturnidad y verborrea hace que nosotros también veamos maromazos simpatiquísimos donde en realidad no los hay y tengamos que vivir el momento "oh Dios Mio" posterior al descubrir a nuestro acompañante supuestamente guapo al día siguiente.
Como dice siempre un amigo: ‘Invítame a otra copa tío que de momento aún te veo feo’
O por el contrario ¿Nos distorsiona la realidad a peor?
Un futurible novio a quien pedirle matrimonio o que sea el padre de tus hijos o chulazo con quien tener un tiqui taca lo percibimos como un tipo pesado, cansino y baboso que lo único que hace es agobiarte con tanta insistencia y no te deja seguir la fiesta tranquilamente con tus amigotes persiguiendo a todos los maromos que anden sueltos por el local.
Yo siempre he creído que a mi la noche me ‘confundía’ siempre a mejor, es decir, que me hacía ver cosas buenas donde no las había. Los chicos normales me los transformaba en chulazos de portada, hacía desaparecer barrigas y calvas, y los convertía a todos en simpatiquísimos y encantadores. Aunque bien pensado no tengo tan claro que eso sean ‘confusiones’ a mejor.
Pero este último fin de semana me he dado cuenta que también me sucede el caso inverso. De ver pesados que te insisten, persiguen y marean más que otra cosa, y al final resulta que son tipos encantadores y candidatos finalistas a príncipe azul.
¿Cómo se llega a esa conclusión?
Quedando con el susodicho un día sin nocturnidad ni alevosía de por medio y sobretodo sin que mi amigo Tanqueray esté presente (al menos de entrada).
A veces la luz del día te da sorpresas y hace que las percepciones nocturnas queden desbancadas.
Qué bonito. Te has enamorado o qué?? Pardo veneciano.
ResponderEliminartoda la razón del mundo! como siempre muy fan tuyo
ResponderEliminarQuien pudiera conocer alguien que piense como tu!Encantador Christian!
ResponderEliminarUn bonito post. Hacen que pensar y meditar tus palabras.
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