Buenos días cuquis, como bien sabéis, la vida de soltero es muy dura. La falta de cariño y de
mimos es una tónica habitual para nosotros. Por eso, de vez en cuando y siempre que
la economía lo permita, es bueno buscar algún sitio donde te mimen un poco o un
mucho para sobrellevar mejor este, nuestro estado.
Si vais ya me lo contaréis qué tal vuestra experiencia, ya veis que la mía fue INOLVIDABLE!
Y justamente eso es lo que hice yo la semana pasada, destinar unas
horas a mi gozo y satisfacción personal, como si fuera un señor Marqués de la alta
aristocracia de Barcelona.
Y pensando, pensando… ¿Qué hago? ¿Dónde voy? ¿Me hago un
rollo Spa? ¿Me pego un súper homenaje con una buena comida en un sitio de
nivel? ¿Voy a alguna terraza estupenda de algún hotel de Barcelona a tomarme un
cocktail como un Marajá? Al final, me dije: Pues qué narices, lo hago todo! ‘porque yo lo valgo’, como diría Claudia Schiffer (eso sí, imaginaros la frasecita
dicha con un gran giro de cabeza ondeando la melena, que no tengo, al viento que sino, no tiene gracia).
Una vez decidido, me puse todo mono y me dirigí a uno de los
Hoteles con más solera de Barcelona. El Hotel Majestic 5* gran lujo en pleno Paseo de Gracia. Al llegar me enamoré de un recepcionista, pero eso ya os
lo contaré otro día que hoy voy por otros derroteros.
Me dirigí al restaurante para desayunar, como todo un señor.
Un lugar clásico, acogedor y con una oferta gastronómica que no tiene fin.
Zonas de dulces, salados, embutidos, zumos naturales, zonas de platos
calientes… todo dispuesto de manera muy bonita y elegante en modo buffet. A
mi me dejó alucinado la amplísima selección de mermeladas y mantequillas
diferentes que existen y que desconocía completamente.
A ver cuquis, como os podéis imaginar, no es barato desayunar
aquí pero, si os lo tomáis como un brunch, os sale más que rentable.
Además, no puedo dejar de deciros que puedes comer hasta que
tengas que empezar a aflojarte el cinturón y tengas que pedir a los camareros,
que te empujen Paseo de Gracia abajo para poder llegar a tu casa rodando.
Comí bien pero sin pasarme demasiado porque
un amigo me había contado que, el Spa del Hotel Majestic fue galardonado con un
mega premio de prestigio internacional por la calidad de sus servicios y
tratamientos. Y me dije… "Esto hay que comprobarlo".
Así que, me subí a la última planta del hotel, por suerte, tenían un
hueco en la agenda para mí. El spa es pequeño pero muy acogedor y el servicio
es inmejorable. Normalmente, en estos sitios, el trato suele ser exquisito pero
encontrar el punto medio perfecto entre profesionalidad, cordialidad y buen
rollo es muy difícil. Os aseguro que aquí lo encontraréis. Tras un sinfín de
opciones y tratamientos que poder escoger opté por hacerme un masaje facial
Kobido, una técnica japonesa que lo que hace es estirarte y tratar la piel como
si se tratara de un lifting. Os prometo que en la vida me había sentido tan
relajado. De hecho, noté los efectos del masaje, cremas y mascarillas que me pusieron, casi al instante.
Alguna que otra noche, todavía sueño con las manos de Ana (la
profesional que me atendió) masajeando y tratando toda mi cara. Me hice muy fan
de Ana y del Spa de Majestic. No veo el momento de poder volver.
Después del masaje, me fui a tomar un té en la Dolce Vitae (la
terraza del último piso del Hotel Majestic) no podía ser mejor opción. Vistas
privilegiadas de la ciudad y un mobiliario de lo más cómodo y elegante.
Una vez acabado el té, no hay más opción que bajar de la nube en la que nos hemos subido al iniciar el masaje e irnos para casa, eso sí, muy relajados.
Darse estos pequeños caprichitos aunque sea muy de vez en
cuando es un LUJO, porque: El lujo en pequeñas dosis en mucho más lujo. Y, de lujo, en el
Hotel Majestic entienden mucho.
Si vais ya me lo contaréis qué tal vuestra experiencia, ya veis que la mía fue INOLVIDABLE!
Y que te costó la broma??
ResponderEliminarsi me vas a llevar a estos sitios... por favor Christian... cásate conmigo y olvídate de la soltería!
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